El 13 de diciembre de 2014 entró en vigor el Reglamento 1169/2011 sobre información alimentaria facilitada al consumidor. En ese momento unos nos alegramos y otros fueron más escépticos en la acogida de esta nueva normativa.
A priori la obligada declaración de alérgenos suponía un avance, no sólo para el colectivo celíaco sino para el resto de personas que sufren alguna alergia o intolerancia alimentaria (cada vez más extendidas en nuestra sociedad). Los alérgenos deben figurar en negrita en el listado de ingredientes en caso de contenerlos.
PERO, siempre hay un pero, esta ley nacía coja, ya que no hay obligación de declarar trazas, y aquí "se armó el Belén". En primer lugar no hay una definición clara de cuanto es una traza, ¿1 ppm, 10 ppm, 19 ppm? Un celíaco tolera 20 ppm diarias con lo cual una traza sería todo lo que esté por debajo de estas 20 ppm, pero no nos engañemos, sabemos que el gluten es acumulativo, no es lo mismo consumir un producto que tenga 19 ppm que otro que contenga 2 ppm. En eso estamos de acuerdo ¿no? De hecho he visto algunos yogures donde etiquetaban cuantitativamente esas trazas.
Caso aparte son los alérgicos, ya que para ellos dependiendo de la sensibilidad que presenten al alérgeno pueden manifestar síntomas que van desde enrojecimiento, habones o en casos más extremos pueden llegar al shock anafiláctico y este producirles la muerte.
En estos años han convivido, y siguen haciéndolo, el sello sin gluten, la ley de etiquetado, el sello FACE (que será sustituido en breve por el sello ELS), y el libro al que hemos vivido pegados los celíacos toda la vida, especialmente los celíacos con más años de trayectoria en el mundo sin gluten. Os recuerdo que el libro lo facilitan las asociaciones a las personas que pertenecen a ellas, asociaciones que no son gratuitas.
Esta convivencia ha generado no pocos debates entre quienes defienden que el sello sin gluten es un avance para el colectivo celíaco, y quienes defienden que la ley de etiquetado es un avance y que además tiene en cuenta a otros colectivos, no sólo al celíaco. Nadie pone en duda que el sello sin gluten nos facilita la tarea de hacer la compra (sobre todo para quienes no están informados de la ley de etiquetado).
Algunas empresas empezaron a retirar el sello sin gluten y nos "remiten al etiquetado" esto significa que si en el listado de ingredientes no aparece gluten es que no lo tiene. Hasta aquí todo correcto, pero desconocemos si ese producto tiene trazas o no y como la declaración de trazas es voluntaria, cada grupo empresarial hace lo que le parece. Algunos sí las declaran y otros no, y aquí nos toca aprender los nombres de quienes declaran dichas trazas y quienes no lo hacen. Estas empresas suelen ser un conglomerado multinacional que engloba muchas marcas diferentes, con lo cual tenemos que tener buena memoria y recordar si el kétchup de la marca que vamos a comprar en ese momento remite al etiquetado y si esa empresa es de las que declara las trazas o no. Esos últimos años los grupos de RSS se llenan de dudas sobre si un producto es apto o no apto.
Mientras tanto, otras empresas que nos vendían su "compromiso" con el colectivo celíaco continuaron con su política de sello sin gluten (que suele ser un sello propio) y que, no nos engañemos, facilita mucho la tarea de llenar el carro de la compra. Aunque ahora hay empresas que están cambiando esta forma de actuar en virtud no se sabe bien de que criterio, porque sus productos dejan de llevar el sello, pero SI aparecen en el libro del que poco a poco nos habíamos desprendido los celíacos. En estos últimos días se ha intentado que esta empresa nos informe de forma correcta y concreta sobre cómo piensa actuar respecto a los celíacos y el sello sin gluten y lo cierto es que las respuestas no dejan de ser ambiguas, y esto genera una gran inseguridad.
Por un lado se acogen al reglamento europeo en vigor, pero por otro no nos aclaran si los productos llevan trazas o no, nos recomiendan consultar por teléfono cuando vayamos a adquirir un producto. Hombre, bastante tiempo nos lleva hacer la compra como para estar llamando por teléfono y averiguando si tal o cual producto tiene o no tiene trazas. Y ya el colmo es que dependiendo de la zona de España donde vivas el proveedor es diferente y ese producto tendrá trazas o no. ¿Perdona? Todo esto me parece un despropósito impropio de una empresa seria y responsable.
Esta situación me ha hecho replantearme mis ideas con respecto al etiquetado de productos destinados al colectivo celíaco y sensibles al gluten. En resumen, quienes no comemos sin gluten por moda, para adelgazar, porque es muy cool ya que lo promueve la instagramer de turno.
En principio me alegré profundamente cuando salió la ley de información alimentaria al consumidor, pero visto cómo está funcionando y cómo lo están aplicando las empresas pasados unos años la sensación que tengo es que estamos dando pasos de gigante, pero hacia atrás.
Por un lado he visto a mi madre muy perdida cuando le explico que las empresas remiten al etiquetado y que tiene que leer y comprender las etiquetas. Mi madre es una mujer moderna, se mueve con soltura por RSS y se ha adaptado sin problemas al mundo sin gluten, pero ella sin sello no compra (tomen nota señores empresarios).
Por otro lado en RSS, cada dos por tres hay dudas sobre un producto determinado y siempre hay inseguridad a la hora de recibir respuesta, están los defensores de "sin sello no compres", otros pensamos que la ley está para ser cumplida y confiamos en los sistemas de autocontrol de las empresas. Pero de pronto aparece un brote de listeriosis (perdonad que mezcle churras con merinas pero es un ejemplo reciente) en una empresa de este país y cuando rascan un poco no se cumplía ni una norma de las que decretan los protocolos de seguridad alimentaria, no había controles por parte de la administración... o sea más inseguridad, que me hace plantearme si las empresas cumplen los requisitos necesarios con los alérgenos y en el tema que nos ocupa más concretamente, con el gluten.
Y ya por último en los envases aparecen logos del tipo "vegano", "sin aceite de palma", "sin colorantes", "sin conservantes"...
Visto esto pienso que estamos perdiendo la batalla, especialmente la batalla mediática ya que los celíacos incluso somos tachados a veces de exagerados o caprichosos mientras que otros colectivos (a los que por supuesto respeto y pienso que tienen su lugar) crecen tanto en los envases de determinados productos como en el entono mediático.
Por todo esto hoy, ahora mismo, creo que la pérdida del logo sin gluten nos retrotrae a años atrás, cuando hacer la compra se convertía en una odisea donde sin libro no ibas a ninguna parte. Y es que el colectivo celíaco siempre está en manos de quienes nos dirigen. Quizá dentro de unos meses o años cambie de opinión, pero ahora mismo esto es lo que pienso.
Y tu ¿qué opinas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario