Os traigo hoy una recetiña que aunque se diga que es de Semana Santa en nuestra casa ha sido una receta de postre habitual cuando había algo que celebrar.
Las recetas de antes se elaboraban con lo que había por casa, si os fijáis bien harina, azúcar y huevo son la base de una batería de recetas que teníamos a nuestra disposición cuando no había en el mercado tanta variedad de productos como ahora. En ese entonces no se utilizaba apenas mantequilla y normalmente los bizcochos llevaban de grasa la nata que se iba guardando en las casas cuando se cocía la leche. Todavía recuerdo la capa de nata que quedaba encima de la leche, de 4 o 5 milímetros de grosor y que se guardaba en una taza hasta que llegaba el momento de hacer un postre, por supuesto las medidas "a ojo" según veías la textura.
En casa de hacía leche frita de siempre y desde que somos celiacas la abuela Mary se puso a la tarea de adaptar las recetiñas que había en su cuaderno. Pasó con la leche frita como con las filloas, que hasta conseguir la textura a la que estábamos acostumbrados en casa costó varias pruebas y algunos intentos fallidos que terminaron en la basura. Otros intentos salieron bien peeeeeero no era lo que buscaba esta intrépida abuela cocinera.
Hasta que un día me mandó un mensaje diciéndome "por fin tengo la leche frita que tomábamos en casa, tu hermano dice que es igual". Y oye, si mi hermano lo dice va a misa, porque él no es celiaco y es el catador oficial de panes, y demás viandas que adaptamos.
Ingredientes:
70 gramos de azúcar
50 gramos de Mix Dolci de Schär
40 gramos de Maizena
500 gramos de leche
2 huevos
Piel de limón
Rama de canela (opcional)
Aceite para freír
Azúcar para espolvorear
Preparación:
Pesamos la leche y ponemos la mitad en un cazo y la mitad en un bol. Batimos uno de los huevos muy bien sin que queden "hebras" y reservamos.
En el bol añadimos el azúcar y las harinas y disolvemos bien.
Llevamos el cazo a ebullición con la piel de limón y la rama de canela (si no queremos ponerlo no hace falta), cuando esté hirviendo colamos la leche para retirar las pequeñas virutas que suelta la canela, volvemos a poner a hervir y cuando esté añadimos la mezcla de harinas y removemos sin parar hasta que espese, si vemos que queda muy espeso añadimos un poco de leche sobre la marcha. NUNCA añadir harina ya que se forman grumos y se estropea la masa.
Cuando está espesa la retiramos del fuego y añadimos el huevo que tenemos reservado moviéndola muy bien para que no se cuaje el huevo hasta que esté bien integrado. La colocamos en una bandeja estirada, dejamos reposar hasta que enfríe.
La cortamos en cuadraditos no muy grandes, podemos hacer daditos si los queremos hacer "de ración" y queda muy vistosa. Pasamos por harina de arroz y huevo y freímos en aceite caliente pero sin pasarnos para que no se queme. En el aceite si queremos podemos poner una piel de limón para que quede aromatizado.
Escurrimos en papel de cocina y espolvoreamos con azúcar y si nos gusta podemos mezclar azúcar y canela. Dejamos enfriar y....
¡¡A disfrutar!!