Hoy os traigo una entrada que no tiene nada que ver con el mundo sin gluten, ni con recetiñas. O quizá si, porque de no haber sido por este mundo gluten free en el que me embarqué hace unos años no habría conocido a Casi y su iniciativa. Ahí os dejo como imagen de la entrada a Casi con uno de sus burritos (si no me equivoco es Pocho) creo que esa foto sirve para que os hagáis una idea de lo cuidados y mimados que están estos animales que están en peligro de extinción.
Lo conocí gracias a Juan Carlos y Pamela, de la Escuela del Espíritu del Bosque en Robledondo donde ya os he contado que he hecho varios cursos de cocina sin gluten y que os recomiendo visitéis si no los conocéis todavía.
En una de las visitas a esa mágica escuela encontré los anuncios de “A ritmo de burro”. Me informaron de la iniciativa y quedó la visita en “pendientes”.
La pasada primavera hicimos varios intentos para ir a visitar a Casi y sus burritos pero fue tan lluviosa que la visita se hizo imposible. La dejamos para un poco más adelante, y este otoño no dejamos pasar la oportunidad.
Ni que decir tiene que es una delicia para los niños, el paseo en burro, el contacto con la naturaleza, los maravillosos paisajes que nos ofrece la Sierra Oeste de Madrid…
¿Qué os vais a encontrar si visitáis “A ritmo de Burro”?
Pues unos burros de tamaño grande, no os penséis que son burritos de feria no, son burros de raza zamorana altos y con buena planta. Eso sí, dóciles y amorosos.
Fue curioso como estábamos acariciándolos antes de empezar el paseo y fueron ellos mismos quienes decidieron quienes serían sus jinetes.
Los peques montaron acompañados de un adulto, aunque os puedo decir que Irene se vino arriba al terminar el paseo y dijo que otro día quería montar ella sola. Nosotras subimos en una burrita que se llamaba Rita.
La ruta por el alto de la montaña es una maravilla y Casi, buen conocedor de la zona y sus secretos, nos fue desgranando durante el paseo cosillas interesantes, sobre flora y fauna autóctonas.
Os digo que es una ruta de lo más recomendable, y después del paseo para reponer fuerzas nos fuimos al Escorial a comer y disfrutar de un entorno maravilloso.
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