Desde que a mi hija le diagnosticaron celiaquía he leído mucho sobre el gluten, esa “malvada” proteína presente en los productos más inverosímiles que podamos imaginar.
Ayer tuve cita con mi dentista, y a pesar de que mi hija es demasiado pequeña todavía le pregunté varias dudas que tengo desde que la celiaquía pasó a formar parte de nuestras vidas.
La primera es la edad a la que es recomendable llevar a un niño por primera vez al dentista. Me dijo que salvo que notase alguna anomalía como puntos negros en algún diente o alguna malformación, los cuatro años es una buena edad para comenzar las visitas rutinarias al dentista, que deberán empezar como juegos. Enseñándole el instrumental, y haciendo que todo sea divertido para ellos. Yo de momento estoy enseñándole a cepillarse los dientes todas las noches antes de ir a dormir. Lo hacemos como un juego, cepillándonos los dientes las dos y es divertido.
La segunda, y la que nos ocupa en este blog, es sobre el tema de la celiaquía y la posibilidad de que en los medicamentos utilizados en la consulta para los tratamientos odontológicos exista gluten “oculto”. Su respuesta fue clara. En principio químicamente su composición no tendría que contener gluten, pero si va a ser atendida una persona con problemas de celiaquía debería revisarse la composición, incluso recurriendo a la bibliografía para evitar cualquier posible error.
También me advirtió que las pastas de dientes no están exentas de ser revisadas a conciencia antes de ser utilizadas, en principio avisan de su contenido exento de gluten. La mía no lo pone, tendré que buscar una sin gluten para cuando mi hija empiece a utilizarla.
Así que ya sabéis, antes de someteros a un tratamiento odontológico advertid a vuestro dentista sobre la celiaquía y que revise a conciencia todo aquello que vaya a utilizar.
Comments