Este fin de semana estuvimos de celebración. Mi menú sin gluten cumplió tres años. El 23 de abril del año 2013 publiqué mi primer post. Y aunque pensaba escribir algo el sábado una migraña más que intensa me tuvo todo el fin de semana fuera de juego, pero ya vuelvo a estar “en acción”.
Tres años en la senda del “gluten free”.
En este último año el mayor cambio que vengo observado en este mundillo sin gluten es con respecto a lapanificación. Tanto a nivel profesional como entre los panarras caseros la evolución ha sido vertiginosa. En parte debido a la aparición en el mercado de nuevos productos y aprender a manejarlos y por otro lado gracias al intercambio de información que hay de unos a otros que hace que poco a poco consigamos panes espectaculares que no tienen absolutamente nada que envidiar a los panes con gluten.
Además de los nuevos productos tenemos a los investigadores sin gluten, profesionales y no profesionales de la materia que dedican su tiempo y esfuerzos a probar y probar una y otra vez hasta dar con las proporciones adecuadas de harinas, agua y mejorantes. Recuerdo cuando empezamos a trabajar con psyllium las recetas ponían una cucharadita de psyllium, ahora mismo trabajamos con porcentajes sobre el total de harina que lleva la receta. La mejora tanto en textura como en manejo de las masas es espectacular. También hemos mejorado mucho integrando técnicas panarras con gluten en nuestras cocinas. Los levados en frío por ejemplo hacen panes más manejables, y mucho más ricos. Yo soy fan fan de los levados en frío. Y siempre que puedo y voy sin prisas utilizo esta técnica que además hace que el índice glucémico de nuestro pan baje considerablemente.
Entre los profesionales que investigan y trabajan día a día en esto no puedo dejar de nombrar a Roberto de La Celiacoteca, panadero profesional cuyas técnicas han contribuido a mejorar sin duda la textura y sabor del pan. Juan Carlos de El Espíritu del Bosque que con sus cursos hace una labor de difusión increíble y nos enseña a hacer panes de calidad, unos más rápidos y otros con procesos más elaborados. Y Sergio de Celikatessen cuyas elaboraciones tanto de pan como de tartas son ecológicas, sin huevos ni lácteos. Tuve la suerte de hacer talleres de pan tanto con Sergio como con Juan Carlos y os puedo decir que en ambos aprendí un montón de cosas y que mi visión del pan cambió muchísimo.
Por otro lado tenemos a la investigadora casera “number one” Marisa más conocida como Famalap. Cuando no está probando panes con y sin huevo, lo hace con y sin maíz, y no es que ella tenga problemas con el maíz, pero lo hace porque hay muchas personas a las que el maíz no les sienta bien. Su reto ahora mismo es conseguir sustituir la goma xantana (ya que se consigue por fermentación de un alga con maíz) y estoy segura de que tarde o temprano lo conseguirá.
Entre los nuevos productos puedo hablaros de la irrupción en el mercado español de la harina de avena certificada sin gluten. Por fin podemos disfrutar de todos los beneficios que aporta, tanto nutricionalmente como estructuralmente al pan. Los panes que llevan un poco de avena en su composición presentan una miga que sólo admite un calificativo “espectacular”.
Y cómo no, en este último año seguí conociendo personas, trabajando en pequeños proyectos sin gluten, y disfrutando muchísimo en mi cocina. Haciendo panes, galletas, y recetitas ricas ricas que me gusta compartir con vosotros cuando tengo un rato y puedo ponerme a ello.
Recuerdo con especial cariño dos eventos, la I Kedada Blogguer sin gluten, que pude disfrutar en septiembre en El Espíritu del Bosque, y todo el fin de semana que en torno a ella se organizó en Madrid. Y #OUsingluten como complemento al Obradoiro de pan sin gluten que desarrollamos en mi querida terriña y en la que tuve la suerte de contar con mis amigos-cómplices sin gluten, Marisa Famalap, Ana y Victor Caminantes y Teresa Celicius.
Pero el mejor balance de todos lo tengo cuando miro a Irene y la veo sonreír feliz.
Eso es lo mejor.
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