Hace dos años posteaba la primera entrada en mi blog. Empecé este proyecto con mucha, muchísima ilusión. La idea era ayudar a gente que como nosotros se enfrenta al diagnóstico de una enfermedad de la que casi todo el mundo ha oído hablar, pero que llegado el momento de la verdad no sabes muy bien cómo manejar.
Decir que el balance de estos dos años es positivo sería quedarse corto.
¿Qué ha cambiado en este tiempo?
Lo primero y creo que más importante fue mi diagnóstico el pasado mes de diciembre, al hilo del diagnóstico de mi hija (nunca se lo agradeceré suficiente aunque aquí intenté hacerlo).
Ahora cuando salimos a cenar fuera antes de sentarnos a la mesa hago un interrogatorio bastante completo al camarero o en su defecto al cocinero o metre con el fin de saber cómo está preparado lo que nos vamos a llevar a la boca mi hija y yo. Salvo en una ocasión siempre fuimos bien atendidos, y la gente se esfuerza bastante para que todo esté perfecto. De hecho en este tiempo no nos hemos contaminado. Eso sí, he dejado de tener vergüenza para hacer el “interrogatorio sin gluten“.
También llevo en mi bolso cositas, y si hay previsión de comer fuera en algún restaurante que no esté reconocido por las asociaciones de celíacos también llevo algunos picos de pan, para acompañar la comida. Si salimos de viaje, nos acompaña una mochila llena de cosas, porque nunca se sabe lo que puede pasar y no podemos arriesgarnos a no encontrar un sitio donde tomar algo.
A partir de mi diagnóstico me convertí en chica Tupper, y voy todos los días a la oficina cargada con mi comida gluten-free ya que no puedo comer lo que preparan en el autoservicio de mi trabajo. Mis compañeros más de una vez se mueren de envidia viendo lo que me llevo (y no es por echarme flores).
Aprendí a hacer pan en mi casa, de hecho sigo aprendiendo y experimentando. Y la verdad es que me encanta hacer pan, el olor que inunda mi casa cuando empieza a cocerse en el horno y cómo no, comer el pan recién hecho es un placer.
Convertí a mis amigos en “bancos de pruebas” antes de subir alguna receta al blog. Ellos catan y juzgan y después si es considerada oportuna aparece en la sección recetas del blog.
En la parte personal conocí a personas estupendas y maravillosas de muchas partes del mundo, algunas nos hemos puesto cara en vivo y en directo y a otras virtualmente (poco a poco vamos poniéndonos cara). Personas generosas que comparten sus experiencias y sus conocimientos de manera altruista para ayudar a que las personas celíacas ganen en calidad de vida. No voy a dar nombres porque no quiero dejarme a nadie en el tintero.
Sólo espero desde este pequeño rincón del mundo virtual ayudar a quienes empiezan en este mundo, que de entrada parece complicado y difícil, pero que como dijo mi hermano cuando llegó el diganóstico de mi pequeña “es un cambio en los hábitos de vida”.
Y sobre todo contribuir a difundir la celiaquía para que cada día sea más conocida y para que la sociedad esté más adaptada no sólo a los enfermos celíacos, sino a todos los que padecen algún tipo de alergia alimentaria.
Gracias a tod@s por estar ahí: a mi marido por ayudarme a configurar la web en todo su aspecto tecnológico, a la abuela Mary por adaptar sus recetas de toda la vida y “prestarme” muchas que publico, a mis “catadores oficiales”, a mi hermano (él ya sabe por qué), a Vanesa por crear el logo, a la gente de la revista Special Magazine por confiar en mi (estoy aprendiendo mucho y me encanta poder colaborar con vosotros), a mi amiga Rosa por sus consejos, a la mejor y más generosa panarra sin gluten que conozco Marisa Famalap, sin sus consejos y su experiencia no haría la mitad de las cosas que hago. y a todos mis amigos y familia por animarme en este proyecto y porque en algún momento de una forma u otra me habéis echado una mano para que todo esté perfecto.
GRACIAS
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