Ya pasamos la mitad del mes de noviembre y se acerca la Navidad a pasos agigantados. Los centros comerciales ya nos invaden con decoraciones nevadas, árboles con adornos de colores, dulces típicos de estas fechas…
Soy consciente de que todavía falta más de un mes pero este año decidí que no me pasaría lo mismo que el año pasado que mi peque se quedó sin Roscón de Reyes porque no fui capaz de dar con una receta que quedase más o menos buena. Así que este año me puse manos a la obra a primeros de noviembre, os cuento que hubo algún experimento fallido hasta dar con esta receta de Salomé Párraga, en su blog Salado y dulce sin gluten.
Hice pequeñas modificaciones sobre la receta original, respeté casi todo pero sustituí la goma xantana por psillium, esto me hizo rectificar la cantidad de líquido, ya que cómo os conté en mi entrada sobre el psylliumlas preparaciones que lo llevan necesitan más cantidad de líquido. También puse 10 gramos más de azúcar invertido después de varias pruebas.
Hice dos experimentos, uno dejándolo levar a temperatura ambiente durante hora y media, y el otro dejándolo levar en frío durante 36 horas. Las fotos hablan por si solas. Mi consejo es que si sois como yo y pecáis de ansia hagáis dos roscones. Uno lo horneáis y degustáis al momento pero no dejéis de hacer la prueba del levado en frío. El resultado es espectacular.
INGREDIENTES:
Prefermento:
100 grs. de harina panificable Proceli
70 ml. leche templada
5 grs. de levadura fresca
Todo esto lo mezclamos y lo dejamos reposar a temperatura ambiente al menos durante 3 horas. Queda una masa un poco mazacote.
Masa:
250 grs. de harina panificable Proceli
30 grs. de harina de teff
60 grs. de harina de arroz
10 grs. de harina de trigo sarraceno
4 huevos medianos
100 grs. de zumo de naranja
50 grs. de leche
10 grs. de levadura fresca
Media cucharada sopera de psyllium
40 grs. de azúcar invertido (podéis ver aquí como se prepara)
50 grs. de azúcar normal
80 grs. de mantequilla
Ralladura de una naranja
Ralladura de un limón
1 cucharada de agua de azahar
1 cucharada de leche en polvo
Decoración:
Huevo batido
Almendras
Frutas escarchadas
Azúcar
Preparación:
Mezcláis todo en la amasadora (excepto la mantequilla) durante cinco minutos (si no tenéis amasadora podéis hacerlo con la panificadora en función amasado).
Añadís el prefermento y dejáis amasar durante otros cinco minutos hasta que esté todo bien integrado.
Aquí tenéis el prefermento, para que veáis que queda una masa “consistente”
Ahora toca añadir la mantequilla a temperatura ambiente, que esté blandita (no sirve calentarla en el microondas, así que tenéis que tener la precaución de sacarla de la nevera con antelación). Dejáis que siga amasando durante 15 minutos.
Dejáis fermentar la masa tapada con un film dentro del horno apagado, durante unas dos horas. Yo la dejé dentro de la cubeta de la panificadora.
Y esta es la masa que tenéis después de dejarla fermentar dentro del horno.
Sacáis la masa del horno y la ponéis encima de un papel de hornear, damos forma con las manos. Yo me las unté bien con aceite porque sino es complicado manejar la masa porque queda un poco pegajosa. Tenéis que poner en el centro algo para que no se os cierre cuando se hornea. Yo puse un molde de aluminio de los que sirven para emplatar. Os sirve un bol que soporte la temperatura de horneado. Eso sí, tenéis que aceitarlo antes, para poder separarlo bien del roscón cuando esté hecho.
Este es el roscón formado listo para un levado a temperatura ambiente.
Y este es el resultado dos horas después. Lo dejé en la cocina y os digo que mi cocina es “calentita”.
En otro de mis experimentos llegado este punto hice dos roscones.
El primero lo dejé levar hora y media a temperatura ambiente. El segundo lo metí en la nevera y estuvo desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana tapado levando en frío.
Roscón levado a temperatura ambiente.
Roscón levado durante 36 horas en la nevera.
Aquí tenéis los dos roscones uno al lado del otro para que podáis comparar los resultados. El de la izquierda es el que levó a temperatura ambiente y el de la derecha levó en la nevera.
Para mi, sin duda alguna, el roscón que levó en frío está bastante mejor, y a las pruebas me remito, podéis comprobar por las fotos la diferencia entre uno y otro. Y aunque el que hice sin esperar porque me moría de ganas de probarlo está muy rico, el otro simplemente es espectacular.
Antes de hornearlo lo pintáis con huevo batido y lo decoráis al gusto. Yo el primero lo decoré con guindas en almíbar, y el segundo con frutas escarchadas. Ponéis azúcar en un cuenco y lo humedecéis un poco, tenéis que tener cuidado que no quede muy líquido. Repartís el azúcar por encima del roscón.
Es importante que tengáis en cuenta que si dejáis el roscón levando en la nevera, antes de hornearlo debéis sacarlo y atemperarlo durante al menos dos horas. Si lo metéis de golpe en el horno la levadura no trabajará bien y no subirá.
Precalentáis el horno a 200º y horneáis durante cinco minutos tapado con un papel albal para que no se os quede demasiado tostado. Bajáis la temperatura a 180º y lo dejáis otros 15 minutos, sacáis el papel de aluminio para que se dore y lo dejáis otros 5 minutos. Si véis que queda poco dorado (a mi me pasó con el segundo horneándolos exactamente igual) lo que hice fue poner el grill un par de minutos para que quede con mejor color.
Lo podéis rellenar con lo que más os apetezca, trufa, crema pastelera, nata, cabello de ángel, o simplemente dejarlo sin nada. También podéis congelarlo y queda muy rico al descongelar.
Qué decir de este roscón. Que está simplemente espectacular. Quiero hacer un par de pruebas y si quedan bien las publicaré aquí, pero siempre basándome en esta receta.
Animaros a hacerla porque merece la pena. No tiene nada que envidiar a un roscón glutanero.
Y cómo una imagen vale más que mil palabras aquí os dejo un mini video para que veáis la miga y qué blandito queda. Así podéis imaginar de primera mano cómo queda.
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