Mi hija es celíaca. Vale, ¿y qué hago ahora con mi cocina? De pronto aparece en tu vida un concepto del que nunca habías oído hablar, ni siquiera imaginabas que pudiese existir. La palabra maldita es “contaminación cruzada”. Y a ti lo que se te cruzan son los cables.
La primera idea que se me pasó por la cabeza fue tener dos botes con harina, dos con pan rallado, los aceites separados… ¿Y si un día me equivoco y utilizo para ella el aceite que no debo? La lío en mi propia casa. Así que decidí tirar por la calle de en medio y deshacerme de todas las harinas, panes rallados, aceites y demás productos susceptibles de contaminarse y los sustituí por harinas sin gluten, pan rallado sin gluten, pasta sin gluten. ¡Bien hecho! Un riesgo fuera. Cuando a la semana siguiente fui a la reunión de recién diagnosticados de la asociación de celíacos, esa fue la recomendación que nos hicieron.
Reorganicé también los armarios y reservé un armario sólo para los alimentos que compro sin gluten. Pastas, galletas, cereales y harinas. Y una cosa que creo que nos pasa a casi todos… ¿No están vuestros armarios llenos de harinas de todo tipo y marca? Harina de arroz, harina panificable (de marcas variadas), harinas para bizcochos, la tan socorrida Maicena, harina de maíz amarilla… Con las pastas pasa lo mismo, pastas de diferentes marcas para ir probando sabores y consistencias, y ¡cómo no! Hacer balance de la relación calidad / precio.
Otro riesgo que existe es la contaminación cruzada por utensilios de cocina. Los cucharones de madera, al ser un material poroso son un peligro en potencia. Así que la fase dos consistió en encontrar unos cucharones para cocinar adecuados. Compré unas cucharas y espátulas de silicona, la verdad es que no fue muy fácil encontrar lo que yo quería. Pero después de recorrer medio Madrid (esto es un poco exagerado pero sí que costó un poquito) conseguí lo que yo quería. Tampoco es adecuada la tabla de cortar de madera. Hacía tiempo que en mi casa había desaparecido la tabla de madera, justamente porque la madera me parecía poco higiénica (manías).
Y hablando de utensilios de cocina tengo que dedicarle unas letras a un pequeño electrodoméstico que, una vez diagnosticada la enfermedad celíaca, se convierte en una trampa. La tostadora de pan. Para tostar el pan hay varias opciones, tener dos tostadoras, una para el pan normal y otra para el pan singlu. También podemos tostar el pan singlu en una carmela dedicada exclusivamente a este fin. Ultimamente han aparecido en el mercado unas bolsas para tostadoras que sirven para tostar el pan junto con el de toda la familia sin que se contamine. Yo todavía no he probado ninguna de estas opciones porque la peque es pequeña para tostar pan. Cuando llegue el momento intentaré con las bolsas, a priori me parece la mejor opción.
Hay otro tema con el que en casa tenemos especial cuidado y es con el pan. Con el pan NO celíaco. Muchas veces el pan viene “adornado” con harina. Esa harina es susceptible de “volar” por la cocina cuando estás preparando la comida, así que ahora comemos pan sin harina de adorno. Porque una de las cosas que no hemos variado en casa es el consumo de pan. Nosotros consumimos pan normal, siempre con el debido cuidado para que la peque no lo toque.
Por último, para mí una ayuda importante sin duda ha sido la thermomix. Hace un tiempo hice una entrada sobre si era recomendable o no comprarla. Para mí a día de hoy es muy recomendable, me ayuda mucho en la elaboración de todo tipo de comidas, pero sobre todo en bizcochos y masas. Mi thermomix es de uso exclusivo “sin gluten”, supongo que al meterla en el lavavajillas cualquier resto de gluten queda fuera, pero yo por si acaso no lo hago. Además si bien el pan cada uno consumimos el nuestro, los bizcochos son para todos sin gluten.
Y hasta hoy esto es todo lo que hemos hecho, y en la última revisión de la pequeña todo está perfecto. ¿Alguna idea más para evitar la contaminación cruzada en casa?
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