Cuando leí esta noticia mis peores temores se confirmaron, me di cuenta de que lo que yo suponía era cierto y si cabe peor. Así que decidí que desaparecían de nuestra dieta, pero para seros sinceros los echaba de menos. No era algo habitual en casa pero de vez en cuando a quien le amarga un dulce.
Un día lo comenté con mi amiga Susi y me dio una receta que no puede ser más fácil y que a la nena le encanta y a los mayores también, y lo mejor es que no tienen nada que ver con los nuggets comprados, en cuanto a niveles de sal, grasas hidrogenadas y demás elementos potencialmente dañinos.
No tienen la forma redondeada y perfecta de los nuggets comprados, pero en parte ahí está su encanto ¿no os parece? Vamos a por la receta.
Ingredientes:
Pechuga de pollo
Harina para empanar (yo utilizo de arroz)
Pan rallado (yo en este caso utilicé Corn Crispy Crumbs de Organ)
Huevo
Aceite de oliva
Preparación:
Cortamos las pechugas de pollo en dados más o menos iguales. Ponemos agua a hervir con sal, cuando el agua está hirviendo la retiramos y metemos los nuggets dentro hasta que se quedan medio hechos. Los escurrimos, los pasamos por harina, huevo y pan rallado, se fríen y ¡listos! Podemos acompañarlos con todo tipo de salsas siempre que sean aptas y el pan rallado podemos enriquecerlo con un poco de queso, pimienta, pimentón… Le podemos dar el sabor que queramos. Yo prefiero no hacerlos demasiado intensos porque son para la peque y todavía no está acostumbrada a determinados sabores pero poco a poco iremos probando.
Y tenéis una buena opción, una tarde que no tengáis nada que hacer podéis prepararlos y congelarlos, y tenerlos reservados igual que tenemos los comprados.
No me digáis que no son fáciles de hacer. ¿Os animáis?
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