Hoy empiezo una serie de entradas en la que voy a contaros (casi en tiempo real) mi experiencia con el pan. Desde el diagnóstico de mi pequeña, lo que más me apenaba es que no pudiese comer pan rico, a pesar de su corta edad cuando fue diagnosticada ella comía pan a todas horas, le encanta y es una niña que cuando tiene hambre siempre pide eso, PAN. Todos los panes que probé además de carísimos no me gustaban nada, tanto por su sabor como por su textura. De los precios mejor no hablamos.
Empecé a probar los panes de molde y parece que entre el de Bimbo y el de Mercadona la cosa se iba solucionando, aunque cada vez que quedaba algún trozo de pan por la mesa y me lo metía en la boca pensaba que mi niña es una santa por comérselo.
Pero como la pena está reñida conmigo y con la vida que quiero para mi hija me puse las pilas en torno al pan. Empecé a investigar un poco y descubrí que hay un electrodoméstico que jamás pensé que compraría, una panificadora. Pregunté por internet y quiero desde aquí agradecer a Marisa (Famalap) los consejos que me dio a través del chat de facebook sin conocerme de nada. Después de leer su entrada “Quiero hacer pan gluten free“, sobre un taller que se celebró en Oh Celia y al que no pude asistir por problemas de organización logística, le pregunté sobre las panificadoras. Me orientó muy bien y me puso en la pista del pan.
En medio de todo este lío surgió la tertulia sobre harinas panificables en la que la propia Marisa y otros tres pesos pesados del mundo sin gluten dieron una charla más que interesante de la que hablé en esta entrada en su día. En esa charla también se hizo una cata de panes sin gluten, algunos traídos por las propias ponentes, por Ana y Victor (Caminar sin gluten) y otros hechos in situ por Ricardo (celíaco a los 30). De allí salí convencida de que me pondría a hacer pan para mi pequeña.
Decidí comprar la panificadora de LIDL (silver crest) 50 euros es una inversión suficiente para probar, tendría que esperar que la pusieran a la venta, no es fácil conseguirla porque no es un producto de continuidad en el supermercado y hay que aprovechar el momento en que lo sacan a la venta. Y entonces apareció en mi vida la publicidad de la ZERO GLU. La están anunciando tanto últimamente que parece que el pan se haga solo.
Esto de las panificadoras yo creo que es como los coches, puedes comprarte un SEAT o un JAGUAR, pero al final los dos te llevarán al mismo sitio. Pues eso me pasó con la panificadora. Estaba casi decidida a comprarme el JAGUAR, porque yo para mi nena quiero lo mejor sin escatimar recursos. La diferencia de precio es considerable pero ¿no se merece mi nena lo mejor?
Y entonces el destino hizo de las suyas y un sábado por la tarde (que estaba de oferta la ZERO GLU con un 15% de descuento y había decidido acercarme a comprarla) me llamó mi amiga Marta, que estaba en un outlet de LIDL y que vendían las panificadoras por 30 euros, que si me cogía una.¡¡Pues claro!!
Y así fue como mi “pani” llegó a casa, de la mano de mi amiga Marta, encima más barata de lo que cuesta habitualmente. ¿Se puede pedir más?
El mismo día que llegó a casa me lié la manta a la cabeza con las harinas que tenía por casa y con una receta que cogí en el enlace del blog de Marisa e hice mi primer pan. Y el resultado fue simplemente ESPECTACULAR. Es el pan que ilustra esta receta, lo hice con harina panificable ADPAN, harina de garbanzos y arroz. La diferencia con los panes comprados es considerable, tanto de sabor, como de textura. Y lo mejor de todo a mi pequeña le gustó mucho.
Seguiré contando mis experiencias con el pan. ¿Vosotros hacéis pan en casa?
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