No soy amiga de dar consejos. Mis amigos lo saben y alguna vez me dicen, “venga va dime que opinas sobre ello”. Entonces sí, me siento con la libertad de aconsejar sobre un tema. En el resto de ocasiones me limito a observar y en todo caso a exponer mi opinión y allá cada cual que haga lo que considere oportuno.
Últimamente se está produciendo un revuelo que va “in crescendo” por momentos a cuenta de la desinformación que por unos lados y por otros está llegando a los consumidores (en esta caso celíacos) a cuenta del etiquetado de nuestros productos.
Todo empezó con una empresa de las que FACE, en su famoso libro de productos remitía al etiquetado. Esto significaba que si en su etiquetado no pone la presencia explícita de gluten podíamos consumirlo. A alguien en su día se le ocurrió preguntar por ello a esa empresa en cuestión y la respuesta nos dejó a todos sorprendidos, ya que no se hacían cargo de la posibilidad de la existencia de trazas en el producto. Aunque en el producto no se mencionaba por ningún sitio el gluten.
Y se organizó la mundial.
Os voy a confesar una cosa, yo soy la primera que por comodidad si un producto del supermercado no pone sin gluten y al lado hay otro que si lo pone cojo el que viene con el dibujito y no me complico más la vida. No nos engañemos, vamos a mil todo el día y lo que menos nos apetece es perder el tiempo leyendo un etiquetado complejo, con letra diminuta y poco clara.
Esto está muy bien visto desde el punto de vista de un celíaco, aunque en ocasiones nos limitemos a determinadas marcas simplemente por comodidad aunque nos apetecería tomar otra marca pero ante la duda no nos arriesgamos. Pero ¿y si en lugar de ser celíaco eres alérgico a los frutos secos, apio, pescado, crustáceos…? ¿Sigo? Resulta que hay 14 alérgenos de obligada declaración. ¿Imagináis una etiqueta en la que pongan todos los simbolitos de los 14 alérgenos?
El otro día hablaba con una persona de lo más puesta en estos temas de etiquetas, legislaciones, trazas y otras hierbas como digo en el título de esta entrada que me abría los ojos y me ponía en la senda de la realidad. Si pincháis aquí tenéis un enlace donde está perfectamente explicada la normativa sobre etiquetado de alimentos.
Declarar en una etiqueta todos los alérgenos es más bien complicado y seamos realistas, los celíacos no somos los únicos que nos enfrentamos a un problema a la hora de hacer la compra. Es más, yo hasta diría que en cierto modo tenemos suerte, ya que nosotros afortunadamente no sufrimos un shock anafiláctico que puede poner en peligro nuestra vida si tomamos una traza.
Pero ¿cuánto es una traza? Difícil responderlo y la verdad es que la mínima posibilidad de contacto con el alérgeno en si debería ser declarado, y esto no lo digo por los celíacos, que repito somos “afortunados” (por favor no me malinterpretéis) pero un alérgico con una traza mínima puede MORIR. ¿A que esta palabrita ya impone un poco más?
Dicho esto desde mi punto de vista (siempre mío y personal), deberíamos pelear por una ley de etiquetado completa, correcta y sin fisuras. Que una empresa esté obligada por ley a declarar la presencia de alérgenos pero no las trazas de ese mismo alérgeno no nos sirve para nada. Que la contaminación cruzada no sea algo que se contemple a la hora de etiquetar deja un vacío descorazonados. Francamente no sé quién diseñó la ley pero ha sido un paso atrás importante, quiero pensar que para elaborarla se constituyó una mesa de trabajo (hoy en día en la Administración se constituyen para todo) y que en ella estaban presentes expertos en la materia además del legislador.
Por otro lado es necesario que haya controles de seguridad alimentaria tan exhaustivos que podamos consumir con seguridad y garantía cualquier producto simplemente leyendo su etiqueta.
Esto supone varias cosas:
En primer lugar un consumidor activo y no pasivo, que sepa leer e interpretar las etiquetas, si están correctamente elaboradas no es algo demasiado complicado. Pero ya sabemos como va esto, etiquetas que a pesar de la norma no son fácilmente legibles y cuya letra es tan pequeña que hay que ir al supermercado cual detective lupa en mano (cierto es que yo tengo instalado en mi móvil una aplicación que se llama Lupa para estos menesteres).
En segundo lugar unas empresas comprometidas. La alimentación no es un juego y deberían etiquetar sus productos de manera comprensible y clara, sin dobleces y fácilmente interpretables.
Y en tercer lugar controles de Seguridad Alimentaria claros y exhaustivos. Esto por supuesto partiendo de una legislación en la que la declaración de alérgenos sabemos que es obligatoria pero las trazas deberían serlo también.
Y esto que a priori parece complicado se puede conseguir de muchas formas.
Llamando a la puerta de las empresas y solicitando como consumidores que nos especifiquen claramente low ingredientes que componen aquello que nos llevamos a la boca. Si recibiesen un aluvión de consultas sobre el tema estoy segura de que “se pondrían las pilas”, pero si no deja de ser algo anecdótico no será algo que pase a ocupar sus prioridades. No olvidemos nunca que una empresa es un negocio y tienen que ganar dinero.
Si nos unimos y solicitamos a las Administraciones Públicas una ley de etiquetado clara y que la haga cumplir. Un listado de Alimentos libre y gratuito y controlado por las Administraciones Públicas que para eso están, que hagan su trabajo y no lo deleguen como han hecho hasta ahora, a costa del bolsillo del celíaco que si quiere el listado famoso debe pagar religiosamente su cuota.
Pidiendo a FACE, SMAP y Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten de Madrid, como representantes que son del colectivo celíaco (eso nos dicen) que velen por nuestros intereses, y no se queden calladitos como si este tema no fuese con ellos. Que aclaren qué está pasando. Porque la obligación de ellos con el colectivo celíaco es ese. Informar y no generar dudas y confusión, y si éstas surgen aclarar las dudas cuanto antes.
Termino citando a Hipócrates:
“Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”
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