El verano está tocando a su fin y durante este tiempo y parte de octubre muchos pueblos y ciudades celebran sus fiestas.
En nuestras vacaciones nos paseamos por Pontevedra, ciudad preciosa donde las haya, con un casco viejo para disfrutarlo, durante nuestro paseo estaban empezando a montar las casetas para las fiestas. Y se me vino a la cabeza justo allí, en Pontevedra, la idea de que mi niña no podrá en las fiestas tomarse un cono lleno de churros grasientos, o patatas fritas con ketchup como hacen todos los niños, un perrito caliente… Ni siquiera el algodón de azúcar que los niños comen divertidos. Y si, reconozco que todo lo que se come en una caseta de fiesta está excesivamente grasiento, y que no es comida de lo más recomendable, cocinada en aceites de mínima calidad quemados y requemados, pero por un día no pasa nada (cada día entiendo mejor las palabras de la pediatra de mi niña “los niños celíacos son los más sanos de mi consulta”).
Estos últimos días en Madrid me fui de concierto a las fiestas de varios pueblos y recorrimos la feria entera. Os podéis imaginar el panorama, mil casetas donde se ofrecen un montón de chucherías, bocadillos… Pensad que estoy loca, o paranoica pero en las fiestas y ferias veo el gluten “volar” por encima de las casetas amenazante.
En Baiona y después en Cangas encontramos un puesto donde vendían gominolas y caramelos toffe sin gluten. La verdad es que es una delicia acercarse a un puesto y cuando tu hija mira las gominolas con “ojitos” poder decirle que compre las que quiera. Que todas son sin gluten.
Es por eso que pienso mucho en las ferias, en mi niña y en cómo será cuando pida algo y yo tenga que decirle que no puede. Ella está muy mentalizada y supongo que no será un gran problema para nosotros, todo es cuestión de organizarse y no tener que comer en la feria, y volvemos a la historia de siempre, cuando sales con un celíaco no puedes improvisar. También pienso en cuando tenga ella sus 15 años y vaya con sus amigas, espero que sean solidarias y que vayan a algún sitio donde ella pueda comer.
Aunque ¿sabéis lo que espero de verdad? Que cuando ella sea mayor pueda ir a una feria y tenga la posibilidad de comer en alguno de todos los chiringuitos que hay por la feria. Por eso pienso que hay que seguir mentalizando a la gente y divulgando la celiaquía, para que algún día, espero que no muy lejano, salir con un celíaco no sea un contratiempo.
¿No os parece?
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