Había pensado escribir hoy sobre otro tema, pero como esta web trata fundamentalmente de experiencias hoy quiero contaros una que vivimos ayer, y la reflexión a la que me ha llevado.
Ayer se celebró en el pueblo donde vivimos una carrera solidaria en beneficio de los niños que padecen Síndrome de West. Nos pasaron una invitación a través del colegio y decidimos asistir, además de disfrutar de un día de familia y deporte podríamos colaborar con una buena causa.
Sabéis que mi niña no tiene todavía tres años, así que su categoría de carrera era “minipeques”, le tocó correr con su mamá un rato y otro rato en mis brazos porque había muchísima gente y todos nos adelantaban y se asustó un poco. La verdad es que fue muy divertido, sobre todo para mí. La pequeña se pasó todo el fin de semana ilusionadísima porque “iba a correr la carrera”.
Antes de comenzar, advirtieron que era una categoría “no competitiva” y que todos los niños obtendrían un “premio” a su llegada a la meta. Cuando pasamos a recoger nuestro premio la bolsa contenía dos globos y una bolsita de gominolas de regaliz (no aptas), también había puestos con fruta donde los niños podían coger a su gusto. Por suerte tuve la precaución de llevar una mochila con algunas chucherías y le di el cambiazo.
Mi reflexión de hoy va para todo este tipo de eventos, a los que asisten niños y en los se les da por costumbre algún tipo de regalo por la participación. Hay mil cosas que pueden formar parte de estos premios, un pompero, unas pinturas, pegatinas, una medalla de cartón (sabemos que normalmente el presupuesto no es grande)… Pero por favor, si deciden poner chucherías que sean aptas para todos los niños, y cuando digo todos los niños lo hago extensivo no sólo a los celíacos, hoy en día hay niños con problemas de diabetes, lactosa, huevo, leche… Sé que es difícil, por eso lo más sencillo es que no sea algo que “se coma”. Si ayer no hubiese tenido la precaución de llevar el “por si acaso” mi hija habría terminado viendo como el resto de niños comen su premio mientras ella, por ser celíaca no podía comerlo. Y sí, es consciente de que tiene un problema, de que es diferente y no puede comer de todo, de hecho cuando le damos algo siempre pregunta si puede comerlo, pero por favor, son niños, y si a un adulto le resulta duro ir a algún sitio y sentirse excluído, mucho más duro es para un niño.
¿No os parece?
Comments