martes, 5 de junio de 2018

Mi Reflexión: Dietas milagro y dieta sin gluten



La semana pasada ocurrió algo que me ha llevado a la reflexión de hoy, la expulsión del colegio de médicos de Francia, del doctor Pierre Dukan, el artífice de la célebre dieta que lleva su nombre.
Seamos sinceros ¿quien no escuchó hablar de ella en los últimos años? Es más, ¿quien no conoce a alguien que la hizo y que además perdió una cantidad de kilos considerable comiendo “lo que quiere”?


Hoy quiero reflexionar sobre las dietas “milagro” que nos hacen perder peso en tiempo record o comiendo todo lo que se nos antoje, comparándolas con nuestra dieta libre de gluten. Mi duda es, cuando seguimos una dieta milagro ¿qué precio pagamos por ella?


No soy médico, ni nutricionista, pero siempre me ha gustado preocuparme por lo que me llevo a la boca, no todo vale en esto de la alimentación. Soy partidaria de una dieta sana y equilibrada, quedarse con un poco de hambre, moderar grasas y dulces ¡ojo no digo eliminarlos! Y evitar en la medida de lo posible la comida basura y los preparados.


Esto supone dos cosas, un poco de esfuerzo y contención a la hora de sentarnos a la mesa (lo cual no significa que un día de celebración y se cometan excesos en dulce, salado y lo que haga falta). También supone que tenemos que dedicarle a la cocina un poco de tiempo, debemos organizar bien la compra y tener en nuestra nevera productos frescos para poder elaborarlos. Y no tirar de precocinados congelados, que vienen cargados de grasas hidrogenadas y con un exceso de sal considerable (la OMS recomienda un consumo diario de 5 gramos). Podemos hacer nosotros nuestros precocinados y tenerlos congelados (yo suelo tener en el congelador croquetas, san jacobos, lasaña, legumbres preparadas, nuguetts…) Y aquí volvemos a lo que comentaba un poco más arriba, hay que dedicar un rato a la cocina, pero si nos organizamos bien es posible.


Una de las frases que me dijo la pediatra de mi hija en el momento de diagnosticarle la enfermedad fue que los niños celíacos eran los más sanos de su consulta. La razón es obvia, a pesar de las limitaciones que tienen los celíacos, está claro que se ven libres de caer en tentaciones contínuas cada vez que van a supermercado (a la fuerza ahorcan). Véase bollería, galletería, gominolas y productos preparados. La cocina de un celíaco es un obrador contínuo donde se preparan bizcochos, galletas, bollos, e incluso pan o gominolas, lógicamente con una calidad en los ingredientes base infinitamente superior a cualquier bollería comprada. ¿Habéis leído detenidamente los contenidos de cualquier bollo de los que habitualmente comen nuestros pequeños? Se me cae el alma a los pies cuando veo a un niño salir del colegio y merendar día tras día un bollo. ¿Dónde quedaron los bocatas de chorizo, o el pan con chocolate de toda la vida?


Es por ello que no confío y nunca lo hice en las dietas milagrosas. La alcachofa, el melocotón, la dieta Dukan, Atkins, Montignac… La lista es interminable. Todas estas dietas además de ser poco saludables nos conducen a carencias nutricionales, además de (en algunos casos) una sobrecarga de trabajo para el riñón o el hígado. Aparte de ser dietas cuyo efecto rebote es bastante peor que el objetivo que se pretendía lograr.


Ahora está empezando a cobrar fuerza la teoría de que la dieta sin gluten es más sana (para una persona que no tenga problemas con el gluten no es así). No deja de ser un poco presuntuoso que haya personas que decidan no consumir gluten a pesar de que no les siente mal simplemente por ser una moda pasajera, si bien es cierto que la dieta sin gluten no conduce a ninguna carencia nutricional, ya que el gluten no es una proteína imprescindible para la vida. La diferencia entre esas personas y un celíaco de verdad es que ellas no se contaminarán nunca, mientras que un celíaco que consuma gluten se pondrá fatal.


Así que yo después de una temporada en casa haciendo dieta sin gluten llego a la conclusión de que es bastante más sana que cualquier dieta milagro de las que pululan por internet, o en libros y tiendas especializadas. En una dieta mediterránea, en la que sólo hay que prescindir de algunos alimentos, la variedad está asegurada y la calidad también. Cuando la celiaquía apareció en mi vida mi hermano me dijo unas palabras que además de sabias estaban cargadas de razón “Sólo es un cambio de hábito, sólo eso. Plantéatelo así.”


Y sí es cierto que estamos limitadísimos a la hora de salir a cenar a un restaurante, y ese tema es algo en lo que deberíamos trabajar todos, nosotros individualmente intentando concienciar en los lugares donde tengamos costumbre salir a tomar algo. Y las asociaciones tienen la responsabilidad de formar correctamente a los hosteleros que se decidan a ofrecer en sus restaurantes menús aptos para celíacos.


Y esta es mi reflexión de hoy. ¿Vosotros cómo lo veis?

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