Buenos días, tardes o noches y bienvenidos un día más a este espacio que comparto con vosotros desde hace casi cuatro años.
Durante este tiempo he compartido, reflexiones, experimentos, videos, quedadas sin gluten o conferencias. En estos años mi interés por la nutrición, mis inquietudes y mi formación académica me han llevado a estudiardietética y nutrición. No un grado (ya quisiera), la economía no está para grandes dispendios y las opciones que había de ello a distancia no estaban al alcance de mi cuenta corriente, pero sí un curso en la UNED, que dio paso a otro más intenso a través de la Universidad de Valencia, de ciclo superior.
¿Y porqué os cuento todo esto? Porque en este tiempo he empezado a preocuparme más (si cabe) por lo que entra en nuestra despensa, y poco a poco he seguido a nutricionistas de mayor o menor prestigio para ver lo que cuentan y aprender “de los más grandes”. Unos hacen mucho ruido, otros son más silenciosos pero todos lanzan el mismo mensaje “comemos mal“.
Hasta ahí estoy muy de acuerdo, no comemos mal no, comemos fatal y nuestra salud va en ello. De informar y divulgar a caer en el extremismo va una estrecha línea. Esa línea es tan estrecha que se traspasa a menudo. Cuando alguien está orgulloso de ser tachado como un “talibán de la nutrición” algo no funciona.
Uno de los mensajes que más repiten y que a menudo me sacan de quicio es que los médicos (incluidos endocrinos) no saben de nutrición, no deberían pautar dietas y que para eso están ellos, los dietistas nutricionistas. Los de carrera ojo, no vaya a aparecer cualquier infiltrado con cualquier curso de nutrición que vaya a dar pautas sobre cómo debemos alimentarnos. Se quejan a menudo de que no están implementados en el sistema nacional de salud, pero francamente, ¿alguien que desprecia el trabajo de un médico y pone en duda sus conocimientos tiene la fuerza moral de pedir que su trabajo se realice junto a ellos?
Lo que peor llevo en general son las personas que no respetan las opiniones de los demás, que plantean sus ideas como una verdad universal y que el resto del mundo además de estar equivocado es su enemigo. Criminalizar a todo aquel que no piense o actúe como ellos es algo frecuente. Recuerdo un mensaje que consiguió miles de likes con una foto de un niño comiendo garbanzos fríos de un tupper de plástico en el que su mamá decía “Mi hijo no sabe lo que es una galleta”. ¡Perfecto! Pero no por ello debes insinuar el mensaje de que los padres que sí dan galletas a sus hijos lo hacen mal. Y repito, lo dije al principio: comemos mal. Pero soy partidaria de la información y del equilibrio. Quizá ese niño el día que se enfrente al “mundo real” donde existen galletas, bollería y un sin fin de comidas basura no sea capaz de controlar el ansia que le produzca tener acceso a toda esa comida y sufra algún tipo de trastorno con su conducta alimentaria. Quizá no.
En lo que respecta al mundo sin gluten, que es de lo que os trae a este rincón, y seguro que a quienes me estáis leyendo es lo más os interesa, hay dos corrientes claramente definidas.
Los que opinan que el gluten no debe retirarse de la dieta (salvo que padezcas enfermedad celíaca). Hasta ahí bien, pero todas las demás patologías que rodean al gluten y que no son de ámbito digestivo sobre las que se está estudiando mucho y con muy buenos resultados en los últimos tiempos ni están ni se le esperan. Y quiero aquí recordar una discrepancia que tuve con un dietista de prestigio, en cuyo hilo comenté los avances médicos en cuanto enfermedades neurológicas y la dieta sin gluten (lo que se conoce como neurogluten) y la mejoría que supone llevar una dieta sin gluten en casos de fibromialgia por ejemplo, citando en este caso al Doctor Isassi Zaragoza, remitiendo bibliografía y videos de entrevistas, a la que esta persona me respondió que él no escucha a charlatanes. Perdone usted caballero, si a un doctor en ejercicio de sus competencias que además está realizando un estudio de investigación en el que se están sacando conclusiones que pueden mejorar la vida de numerosas personas se le llama charlatán, APAGA Y VÁMONOS.
La otra versión del mundo sin gluten viene de la mano de quienes sin tener patología alguna y por su cuenta y riesgo retiran el gluten de su dieta porque se sienten menos hinchados y más sanos. Y aquí quiero hablar de una blogger que descubrimos casualmente porque emitió on line una masterclass de pan sin gluten. No se pueden decir más incongruencias seguidas en una hora. Desde recomendar dejar el gluten porque hincha y contar su caso personal de candidiasis, hasta que las harinas sin gluten las podemos comprar a granel (las seguridad alimentaria nos la saltamos), o cómo hacer pan sin gluten, sin amasado, sin levadura, sin almidones y permitidme el exceso SIN PAN. Eso sí, el pan verlo no lo vimos. Los que sabemos un poquito de panificación sin gluten somos conscientes de la cantidad de burradas por minuto que dijo, pero además de ello NUNCArepito NUNCA se debe aconsejar a NADIE dejar de consumir gluten sin supervisión médica. ¿Sabe esta mujer que está poniendo en peligro la salud de mucha gente? Lo más lamentable del caso es que sus seguidores son legión.
Los veganos y vegetarianos tienen otro rinconcito en esta reflexión. Con la formación que he recibido hasta este momento y sin ánimo de sentar cátedra ni entrar en debates, para mí una dieta en la que una persona sana tiene que suplementarse una vitamina (B12) porque de no hacerlo entrará en un estado carencial de la misma, no me vale. Y tengo muy claro que la carne que consumimos hoy en día dista mucho de ser la carne que hemos comido hasta hace unos años. Pero ojo que las verduras tampoco son un gran ejemplo de comida libre de químicos. Y vuelvo sobre mis pasos, hay personas que intentan dar lecciones de moralidad porque “yo no como cadáveres”. Me parece perfecto y muy respetable pero respetar a los demás no viene mal de vez en cuando.
Y ya termino este ladrillo hablando de la dieta paleo, basada en la supuesta dieta que seguían los hombres de las cavernas, suponiendo (que es mucho suponer) las plantas silvestres y animales salvajes que consumían. Excluye, trigo, azúcares, aceites, legumbres, frutas como la piña, 12.000 años de evolución a la basura. Sobre esta nada más que añadir. Cada cual que saque sus propias conclusiones.
Con todo lo que os he contado y algunas cosas más que dejo en la cabeciña, (quizá para otra entrada) mi planteamiento en cuanto a nutrición es que deberíamos tener información y no prohibición (cuando leo propuestas para prohibir el alcohol o el azúcar me echo a temblar). Pienso que lo importante es educar para que nuestras elecciones sean libres y consecuentes.
PD. Ayer mi hija (6 años) cuando le pregunté qué le apetecía de postre me dijo “hoy voy a tomar algo sano, por ejemplo… una manzana”. Creo que a lo mejor y a pesar de todo algo debo estar haciendo bien.
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