- Hace un año publiqué esta entrada en la que os contaba que Irene empezaría el colegio en unos días, y que ello suponía un nuevo reto.
Cuando faltan apenas unos días para que comience el nuevo curso escolar quiero contaros mi experienciadurante este tiempo.
En primer lugar quiero agradecer al colegio y en particular a la profesora de Irene el comportamiento que han tenido en torno a la celiaquía a lo largo del curso pasado.
En la reunión que tuvimos previa al inicio de curso una de las preguntas que hizo su futura profesora fue si había algún niño con problemas en su alimentación. Y después de indicar que Irene es celíaca, miró al resto de los padres y les dijo “ya sabéis que es algo a tener en cuenta”.
Además de mi agradecimiento al colegio por su manera de tratar el tema quiero AGRADECER (con mayúsculas) a los papis y mamis de los compañeros de Irene cómo se han preocupado por ella cuando hemos ido al parque o se ha celebrado algún cumpleaños, siempre pendientes de que ella pudiese comer de todo igual que sus amiguitos. Hicieron el día a día lo más normal posible.
Si leéis mi entrada del año pasado veréis que en ella hacía un banco con tres patas. Por un lado el colegio, por otro los padres de sus compañeros y la tercera pata la formaban la profesora y sus amiguitos. Profesora y peques me brindaron una tarde muy especial en el día nacional del celíaco. En días previos hablé con la profesora de Irene para proponerle que hicieran alguna actividad en torno a la celiaquía y me ofreció que fuese yo quien contase un cuento a los peques. Además del cuento organicé meriendaa sin gluten y sin azúcar ya que en la clase de Irene hay un niño diabético, la idea fue que intentaran asimilar algo tan complicado (con cuatro años o menos) como la intolerancia a algunos alimentos y que pudiesen comprobar que aunque Irene no puede comer su comida ellos sí pueden comer lo que come Irene. Os conté la experiencia en esta entrada.
También participé en el concurso de tartas de la fiesta del colegio llevando una tarta “gluten free”, con un letrero en forma de banderitas. Quería que el mundo sin gluten estuviese representado ese día. Aquí podéis ver la tarta y si os animáis también podéis hacerla.
Sobre Irene y cómo ha llevado la celiaquía durante este último año os puedo contar que ahora mismo es plenamente consciente de su condición de celíaca (tiene tres años y medio), sabe que no puede comer cosas con gluten y así lo manifiesta cuando alguien le ofrece algo, lo primero que hace es preguntar si tiene gluten. Es capaz de identificar el logo “sin gluten” en todo aquello que va a llevarse a la boca. También creo que para ella fue un punto a favor que durante este año a mi me diagnosticasen celiaquía, ya que muchas veces me dice “mami tu eres celíaca como yo”. Creo que eso hace que no se sienta tan “sola”.
¿Mis conclusiones un año después?
Normalidad, normalidad y más normalidad. La celiaquía es una condición que nos impide comer algunas cosas, afortunadamente hoy en día encontramos sustitutos para casi todo. Cuando hablamos de los peques hay que mentalizarlos muy bien de su condición, esto es a base de machacar y machacar sobre lo mismo pero los niños son listos y aprenden rápido. Lo fundamental es que ante la duda sepan que deben preguntar si pueden comer determinadas cosas.
Y a disfrutar de la vida. Cuando veo a mi hija correr en el parque junto al resto de sus amiguitos, reír y ser feliz, la celiaquía no tiene hueco.
Y eso es lo más importante.
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