Parece que fue ayer cuando preparábamos las maletas para irnos de vacaciones y poco a poco el verano va tocando a su fin, en pocos días toca incorporarse a la vida normal.
Hoy voy a hacer balance de los quince días que pasamos fuera de casa. Eran nuestras primeras vacaciones con la peque “singlu” y lo cierto es que estoy muy contenta con la experiencia.
Nosotros veraneamos en Galicia, en la zona de Cangas de Morrazo, y lo que nos gusta durante esos días de desconexión es salir a comer o cenar fuera y disfrutar de la gastronomía autóctona. También pasamos unos días en el interior de la provincia de Orense. Este año ir con nuestra niña era un reto, porque aunque todavía es muy pequeña le encanta probar todo lo que se pone encima de la mesa. Yo tenía dos miedos, uno era que pudiese consumir algún producto contaminado y las vacaciones se aguasen y el otro que al llegar a algún sitio y explicar lo que sucede con ella nos mandasen a “freír churros”.
El primer supuesto no se dio. Ni un solo día nuestra chiquitina tuvo reacción a algo que comiese. El segundo se dio sólo en una ocasión, teniendo en cuenta que fueron dos semanas tapeando por aquí y por allá es un balance más que positivo. Me costó un poco los primeros días explicar nuestro problema, pero al ver la acogida más que agradable del personal que nos atendía empecé a sentirme mejor y hacerlo como medida habitual.
Mi agradecimiento desde aquí al “Restaurante Camiñeira”, “Casa Eladio”, “O Bruño”, “O Tujurio do James”, “Restaurante Zapatillas”, en todos ellos en el momento en que comenté que mi hija es celíaca se pusieron a nuestra disposición para informarnos de cómo están elaborados los platos, las salsas y aliños. Nos sirvieron salsas aparte cuando había algún riesgo. Sin problemas prepararon patatas fritas en aceite limpio para la chiquitina, pues como a todos los niños las patatas fritas hacen que se vuelva loquita. Sólo un día nos dijeron tajantemente que NO preparaban nada aparte para la niña, me dio mucha pena y me sentí muy decepcionada, porque es un sitio donde vamos desde hace muchos años y tengo claro que no pienso volver, sobre todo por la manera en que me dijeron “no puede comer aquí”. Omito el nombre.
Descubrimos en Cangas de Morrazo un restaurante con carta para celíacos. Parece mentira que pueda producir tanta alegría ver anunciado en los paneles publicitarios que disponen de carta para celíacos. El restaurante se llama “Il Popolo” y está un poquito escondido. Es italiano y merece la pena. Pedimos un entrante de queso de cabra a la plancha con guarnición y pizza. Una pizza normal y una “singlu”. Nos trajeron colines “singlu”. También había postres pero ya no podíamos con más. Cuando me trajeron mi pizza “singlu” tuve que comentar que en realidad la celiaca es mi hija y que yo soy “celiaca solidaria”. Ella es incapaz de tomarse una entera, además yo pruebo antes lo que ella come. La carta contaba con varios entrantes, dos pizzas diferentes y pastas variadas con salsas a elegir. También disponían de postres “singlu”. Si váis por Cangas algún día os lo recomiendo, además es un restaurante muy coqueto con un precioso mural del puente Rialto de Venecia.
A la hora de salir fuera decidimos casi prescindir de las típicas frituras de “peces de la ría” y optamos por pescados a la plancha, mariscos y pulpo a la gallega, que lo suelen acompañar de patata cocida. Con esto conseguimos que el menú familiar sea más sano. ¡Todos salimos ganado! Para los postres además de fruta podíamos optar por helados, hay muchas cartas de helados en las que vienen marcados varios “singlu” y eso nos facilita mucho la elección.
Desde aquí sólo deciros que la experiencia ha sido muy buena, y que una cosa tengo clara, por tener este problema con mi hija no vamos a dejar de salir y de disfrutar de nuestras vacaciones.
Comments