Hoy voy a contaros una de las mejores experiencias que he vivido desde que llegué al mundo gluten free, y me convertí en bloguera y narradora de mis experiencias y reflexiones.
La semana anterior a la celebración del día del celíaco se me ocurrió ofrecerle a Arantxa, la directora de la guardería donde asiste mi hija, el material que en su día me facilitó la asociación para explicarles a los niños en que consiste la celiaquía. Pensé que sería interesante que los niños pudiesen aprender no sólo qué es la celiaquía, sino las alergias e intolerancias alimentarias en general. Cuál fue mi sorpresa cuando a las pocas horas me llamó por teléfono planteándome que habían decidido dedicar toda la semana a concienciar a los pequeños sobre este tema, con diversas actividades. Y una de ellas a mi directamente, “¿te atreverías a hacer galletas o pan con ellos?” Y yo, que no digo que no a nada… acepté. Cómo en otras ocasiones habían hecho galletas en diferentes talleres, decidimos preparar pan sin gluten.
Así que el día D me planté en la guardería con la panificadora y harinas variadas, dispuesta a enseñar a un montón de pequeñajos cómo hacer pan de molde para la merienda.
Puedo decir con total seguridad que fue uno de los días más divertidos que pasé en los últimos tiempos. Los niños se portaron de maravilla y yo, que en mi vida me había visto metida en semejante brete, me lo pasé como una enana (y disculpad la expresión). Los niños asistieron maravillados al proceso de elaboración del pan, y me resultó muy gracioso lo atentos que estuvieron. Les expliqué que las levaduras son “bichitos” que al echarlos en “agua” despiertan y hacen que el pan crezca. Tenía que buscar la manera de explicárselo a su manera. Y lo más divertido es que cuando terminó de hacerse el pan y abrimos la panificadora, se asomaron con curiosidad preguntando “¿dónde están los bichitos?”. No sé si les quedaría demasiado claro el tipo de bichitos que son.
Mientras el pan se cocía hicimos una masa básica para hacer colines, con la idea de que ellos amasaran su propio colín y meterlos en el horno. Digamos que esta no fue la mejor idea, ¿o tal vez si? Chuparon la masa, la probaron, dejaron la clase con pegotes de masa y harina por doquier y disfrutaron con sus manos pringadas en masa sin gluten, pegajosa y poco manejable.
El pan se lo comieron para merendar, por un día compartieron todos el pan sin gluten de mi pequeña.
Quiero aprovechar este rincón para agradecer a Elfy y especialmente a Arantxa la oportunidad que me dieron de enseñarle a los niños lo que mi peque y yo hacemos juntas todos los fines de semana. Y que por un día todos fuesen celíacos y compartiesen con mi pequeña su condición. Sé que son pequeños todavía pero pienso que la concienciación comienza desde aquí.
Gracias una vez más porque desde el minuto cero en que la peque empezó a ponerse malita, hasta que llegó su diagnóstico y todo lo que vino después os habéis portado de manera extraordinaria. Irene dejará este año la escuela pero sabéis donde estaremos siempre.
GRACIAS.
4 Responses to “Mi experiencia, celebrando el día del celíaco: taller de pan con los niños”
Al margen de la anécdota, la verdad es que es un lujo que la peque haya podido ir a esta escuela. Pensé que no me equivocaba al elegirla pero ahora estoy segura de ello y me da muchísima pena que tenga que irse el curso que viene, pero bueno… esto es así.
Besiños y a pesar de todo GRACIAS POR LA RECETA DE LOS COLINES
Besos!!
Besiños!