Desde que a mi peque le diagnosticaron celiaquía mi forma de hacer la compra cambió radicalmente. Si bien antes iba al supermercado y compraba según la preferencia de lo que necesitaba, y buscando la orferta que mejor se adpatase a mis necesidades y mi bolsillo, ahora mismo lo primero que busco es la leyenda “sin gluten”, o bien el logo de la espiga trachada, el de la FACE… Algo que me garantice que mi hija puede consumirlo sin problemas.
Ultimamente cada vez más empresas generalistas (de las de todos los días) se están apuntando a la moda, (o no moda) de etiquetar sus productos con el logo sin gluten. Bien por el nicho de mercado que tienen entre los clientes celíacos y pienso (y esta es una opinión totalmente personal) que como últimamente se está extendiendo la creencia de que comer sin gluten es más sano, quieren “llevarse al huerto” a esos consumidores que buscan una dieta más sana. Sea por una cosa o por la otra, esto es un gran avance para nosotros, sobre todo porque no tenemos que pasarnos horas en el supermercado leyendo etiquetas con letras de tamaño ilegible. Yo terminé descargando una aplicación en mi móvil que se llama “Lupa” y que es muy útil cuando no soy capaz de distinguir bien lo que pone.
Si bien es cierto que esto nos facilita mucho la vida no nos libra de continuar en nuestra tarea de leer las etiquetas hasta localizar en ellas compuestos como harina de trigo en varios productos etiquetado como sin gluten, leche en una bebida de soja, o cacahuetes no declarados en un snack (estas son las últimas alertas que han saltado).
Señores no nos podemos permitir este tipo de errores. La ingesta de gluten para un celíaco no es letal, pero supone una contaminación que según el grado de sensibilidad que manifieste el afectado puede ir desde un malestar más o menos incómodo hasta tener que ser ingresado. Sin contar que el daño interno se produce igual en celíacos tanto sintomáticos como asintomáticos. Ni que decir tiene de las consecuencias que tiene para un alérgico el consumo de las más mínimas trazas de aquello a lo que es alérgico.
El 13 de diciembre del presente año entra en vigor la nueva normativa de etiquetado, este nuevo reglamento que abarca toda la Unión Europea tiene varias novedades importantes.
La primera es que el tamaño de la letra no podrá ser menor de 1.2 mm. Esto nos ayudará bastante y será bueno para nuestra salud ocular .
La segunda es que todas las carnes deberán poner su país de procedencia.
Y la tercera (y esta es la que más nos importa a nosotros) es la obligatoriedad para todos los productos envasados de indicar su información nutricional además de la presencia de alergenos.
Y mientras todo esto se materializa y llega a nuestras vidas no nos queda más remedio que seguir leyendo, con lupa si hace falta las etiquetas de todo lo que consumimos. Y como no, alertando de este tipo de lamentables errores, que no olvidemos pueden costarle la vida a alguien que presente una alergia severa a algún componente que no esté debidamente controlado.
A mí me fastidia un poco eso de las empresas que “remiten al etiquetaje”. Sí, muy bien, ¿pero cómo etiquetas tú? Porque están los que etiquetan siguiendo el modelo “free from”, los que no mencionan para nada el asunto de las trazas y te quedas con las dudas… Yo Unilever la tengo atragantadilla, por ejemplo. Ellos se lo pierden, casi nunca consumía nada suyo, pues si con lo del gluten me lo ponen difícil, menos va a ser.
Un etiquetaje que me gusta bastante es el de los supermercados Bonpreu, me parece muy claro y sencillo. Desde mi punto de vista, se tendría que establecer un etiquetaje de este tipo, fácil, sencillo, rápido, etc. de obligado cumplimiento para las empresas y que los dibujitos, logos, colores, etc. estuvieran unificados. Por ejemplo, el catálogo de Naturgreen usa el rojo para “sin gluten”, el azul para “sin proteínas lácteas”, el amarillo creo que para “sin huevo”, etc. y es muy fácil de un vistazo identificar los productos que puedes tomar.