MI HIJA VUELVE A SONREÍR
Cuando mi niña fue diagnosticada celíaca me asaltaron mil dudas ¿y ahora qué?
Lo primero que hice fue plantarme en Mercadona y comprar todo aquello que llevaba la leyenda “sin gluten”. Baguette, bollitos, pan de molde, pan rallado, macarrones, harina panificable, galletas María, cookies… Ahora lo pienso y parecía que llegaba el fin del mundo y yo quería llenar la despensa.
Hice una limpieza en los armarios, cambié la harina de trigo por harina de maíz, el pan rallado por pan sin gluten. Y sus alimentos los guardé en un armario aparte. Retiré algunas cosas que tenía guardadas que no podría tomar, como preparados de cuajada, flanes o natillas. Y mi cocina quedó reorganizada para una nueva vida.
La doctora nos dijo que debíamos acudir a la asociación de celíacos, pero hasta que no fue posible (las reuniones son los lunes y faltaba una semana) empezamos a darle a nuestra hija una dieta sin gluten más o menos segura. El resultado del cambio en su alimentación fue espectacular. En menos de una semana la diarrea desapareció y de repente empezó a caminar con soltura. La niña volvió a reír y ese fue para mí el indicativo de que la dieta estaba siendo correcta y funcionando.
Las carcajadas de Irene volvieron a inundar nuestra casa y empezamos a sentirnos aliviados.
Esto funciona.
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